jueves, abril 26, 2007

PREHISTORIA DE LA TÉCNICA DE HACER JAQUE MATE

(a Juan Manuel Rojas Castillo,
acompañamiento por su Ajeno*...)


I.

DOCE golpes, doce monedas,
cualquiera puede contar números.
Al sur de nuestras lenguas,
mandolinas adornan la balada.
Inclusos, ex huérfanos, hermanos
quisimos ser. Hemos querido
estar contando números y no
barrotes. Tiradas en las calles,
las micros amarillas, distraen,
lo mismo que las fajas de hierba.
Cucañas, cucañas de frío,
erguidas con nuestros nombres.
Bautizados en dictadura,
santificada dictadura, Jaime Guzmán.
Aprendimos a rezar y a arrodillarnos.
Haec homini est perfectio.

II.

NOUS sommes l'ouvre de la crasse.
Ninguno de nosotros intentó
detener el ritmo de la tierra,
veloz, reloj, naciente, solar. Mar.
Maestre de los horizontes,
preñado de podredumbre,
hediondo, asqueroso, olor a barro.
Debajo de ese nombre estamos.
Pero sabemos contar números,
no nombres. No nombres.
Qué podemos decir del blanco,
de la muerte juguetoncilla.
Qué de Fernando Ramírez,
de la tierra prometida, padres.
De Israel, los abrigos, las pelucas,
imploro una madre de brazos largos,
qué podemos decir del álgebra,
mal dibujada, siempre mala,
álgebra enferma de estática
como un tótem olvidado doce veces.
Nos enmudecimos entre nosotros,
la cocaína no nos lavó las manos,
los maletines no tienen dólares,
el desamparo, las linternas.
La falta de luz, por Marx,
nunca hicimos nada por otro,
ni siquiera el mal causamos.

III.

DEBERÍAN encerrarnos,
alguien debería meter nuestros brazos
hacinados en el Mercedes de la vecina.
Van a cortarle el pelo a Bachelet.
Atemos, ateos, nuestras manos,
jolgorio, placer intantáneo,
hace días que no eyaculo adentro.
Atemos nuestras manos, cabros.
Nos esperan las rosas, las tumbas,
nos esperan los ascensores,
las piscinas, las fogatas se apagan
con escupo. La cerveza, con eso
pago los impuestos, con la bicicleta
los milicos giran los cuarteles
y demonizan los lápices sagrados.
Sacro lápiz, amigo, pueblo, bandera.
Bandera roja, la del cuello, la de mayo.
Ni meses sabemos contar.
A lo mejor, mejoramos mejorías
si nos cortamos los dedos con tenedores.
Eppure si muove, la Tierra. Aisén.
Busquemos las tinieblas.
Nombremos el subterráneo
de nuestros nombres. Olvido, guerra
a los apellidos, a las consignas,
a los mares negros, a la Falange.
Muera Cristo Rey, escalada
entronizándose a los libros descastados.
Franz Schubert, César Vallejo,
¡Alejandra Pizarnik!, ¡Huidobro!
Hijos de los hijos, retornos,
combinaciones de metro.
Seguimos estando en casilleros,
seguimos fumando marihuana,
no pararemos de vomitarnos,
no podemos escapar del escape.

IV.

EN una sala de clases estuvimos,
en un colegio republicano, platónico;
en las llamas que van a matar,
vamos a asesinar, olerán
nuestras uñas a gusanos, a clavel.
Volverán los agridulces nicanores
a solventar de aire puro la democracia.
Se van a sentar encima de mí,
me van a escupir, nos van a mear.
Nos vamos a cocinar las partes.
Nos sacamos los huevos, los mascamos.
Nos rascamos la cabeza, la rompemos.
Y aunque estudiamos en la Universidad,
quién sabe contar números.
Si somos todos tan conchesumadres.

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* http://nivoladas.blogspot.com/2007/02/ajeno.html

lunes, diciembre 11, 2006

Llora la Gran bestia
por lo eterno de su hoy.
Con lágrimas de bestia se deja sufrir
y a lo lejos su lamento nos detiene,
nos azota y nos piensa.
La bestia sufre primero y nosotros,
afiatados, caemos en trizas.
Por las cosas, lloramos todos;
sin copas, sin abrazos,
por la vida, todos lloran.











(que no wuatee esta wuea OYEEE)

viernes, noviembre 24, 2006

No es mas que un hasta Nunca.

Saetas danzantes en la Niebla gris de la mañana
Traspasan la barrera invisible de la suciedad
mesclada con el tibio sudor del matiné,
pero se pierde en el sueño gobernante
de los torpes movimientos
con que se actua a estas horas.
Despertar y romper la ilusión nocturna,
quebrantar el propio yo:
el Yo mas puro y mas limpio,
mas humano.
Ficción.
Tus pensamientos en libertad
no dejan de ser eso: Ficción.
Ojalá y al enfriar tus dedos
en el blanco espacio
sigas embriagado de ti mismo.
Si.
Llamo al egoismo,
al dormir eternamente
y tener que saltarse la tediosa etapa
de temprano en la mañana
cuando a veces el sol aun se esconde.
Abrir las cortinas y observar por entre el arbol improvisado.
Pareciese ser cada vez menos real.
Ojalá y con el corazón en la cabeza
y la mente en su lugar
pudiésemos observar esta imagen.
Respirar Hondo, Profundo,
Desgarrar tu pecho con el aire agitado,
cortar tu garganta con la fuerza
de diez mil relojes diciendote al unísono:
Despierta. Tus 12 años ya acabaron.



"No es mas que un hasta nunca.. no es mas que simple ADIOS"

jueves, noviembre 23, 2006

Hay una parte de mi cuerpo. No es el bíceps, no es el estómago, no es la columna, no es un pie, no es el plexo, no es ni siquiera el corazón. Es otra, más pequeña, pero no menos importante. Aún no le pongo nombre, pero sé más o menos para qué sirve: es la parte del cuerpo que capta el tiempo, el que pasa, así como cuando la nariz crece de por vida, pero a través de este ínfimo músculo pasa todo lo que va ocurriendo. Siento cada segundo pasar por ahí, a veces suavemente, en silencio, sin alboroto, incluso con dulzura, con amor, como un momento agradable: una sonrisa en una tarde de verano agobiante, o como un beso en pleno invierno, o una risa cómplice entre amigos; en fin, casi como un pequeño orgasmo, así bien pequeñito. Se siente como una caricia en un lugar oculto de tu interior, una breve vibración en aquel lugar oculto de tu cuerpo. Son, como digo, los buenos tiempos. Otras veces, claro está, el tiempo puede doler, y mucho. Los ahoras no siempre son tan agradables. El reloj puede hacerlo a uno soltar lágrimas; puedes incluso, si te concentras en esa infame crudeza, sentir cómo este diminuto órgano llega a sangrar, un lamento dentro tuyo que te hace lamentar a tí también. Sangra, bien digo, aunque esa pérdida de sangre no sea crucial para la existencia (al menos a mí no me ha pasado), pero sientes cómo ese instante de vida se va lentamente, llevandose consigo buena parte de tí. Y duele, repito, duele bastante.
Quizás por eso a veces uno dice sentirse viejo, es este músculo que así de golpe te lo recuerda. Como el alquitrán que se acumula en todas las células del pulmón cuando fumas, en cierto punto el órgano del que les hablo colapsa, se hastía de momentos y necesita descargarse, echándote toda la vida en la cara, y tan fuerte puede ser esto que hace que te detengas, tomes asiento, y te pongas a pensar: qué he hecho bien, qué he hecho mal, cuánto tiempo ha pasado y no he aprovechado. Si alguna vez llego a suicidarme, creo que será por culpa de este musculillo, pues me hará tomar conciencia de todo el tiempo que por culpa de las exigencias cotidianas uno va perdiendo, ocupándose de boludeces como la comodidad material o los estándares de "buen vivir". Creo que esto sería gatillante al momento de quitarse uno la vida, si es que se le puede llamar así a esto que tenemos enfrente, esto mismo que se debe estar acumulando de a poco en cierta parte de tu joven cuerpo. Sería gatillante, digo, porque te das cuenta que volver atrás va a ser imposible, aunque en un arranque de desesperación te extirpes el 50% + 1 del músculo aquel. Y te volverías loco, o te empezarías a pudrir, a morir por dentro, partiendo por el órgano del tiempo, para terminar en un par de años más postrado en cama y con las manos totalmente vacías.
Hay quien dice que de no ser por este apéndice del sistema biológico los hombres (y las mujeres por cierto) serían inmortales... ya sé que suena alocado, pero hay teorías que tratan de probar científicamente que al no acumular cada segundo en esta pequeña bolsa de instantes, el cuerpo se mantendría joven y sano de por vida. Personalmente creo que es más fácil: se trata de ahorrarle trabajo al organelo y no hacero colapsar tan rápido. Tratar de vivir, aunque cueste demasiado, y aprovechar el ahora, sea bueno, sea malo, duela o no duela, da lo mismo, ya que "lo que no te mata te hace más fuerte". Traten, por ejemplo, de tomar un par de pesas y hacer ejercicio todos los días; es lo mismo, las heridas que te puedas provocar en aquel punto de tu organismo siempre van a cicatrizar. Es como caerse en bicicleta: al final nunca se te olvida cómo andar. Inevitablemente, la muerte llegará, no tengan duda de aquello, pero tendremos el argumento suficiente para no pedir clemencia a última hora, y partir tranquilo, saludable, casi feliz.

jueves, noviembre 09, 2006

2x1

AMBOS


Mira como abro sin llave
la piel impune de mi zurda hipertensa,
el vientre tuyo sonriente y la luz de sol diluída.
Porque avanzo dormido, vidrioso, en ocho y diez,
me declaro inocente del humo perdido
y te invito a sufrir obeliscos,
a la vena las piedras nosiempres,
en el mareo los labios.
La sangre corre sola en tu nombre, caída,
o se amarra los dedos a la cara
pateando su espalda con mi culpa impresa en el ojo,
junto a tu todo vigente
en la lágrima mía
en la risa mía
en la lengua mía, tuya, nuestra.

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(Sin título)


Al aire libre veo una nube y le hablo en semifusas.
Sudo en más de una oportunidad, escaso de ruedas y bastones.
Mi nariz
se desangra
en desamparos sin comillas,
yo, la dejo perderse
la olfativa
la más grande.
Un dedo mío la sigue y la encuentra enrrojecida,
anémica, la toca no sin pena.
Duermo y despierto y distraigo y disparo.
Dis y des y de, en pautas cuatrocuartas.
El cielo agripado, vomita o tiene miedo,
otoñece o invernea
al verme en pie, ojiabierto, caminante, y sin nubes.


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Difúndase, publíquese, comuníquese, o púdrase

viernes, octubre 20, 2006

el fin del mundo

Cae la piedra y la recibo en vidrio torcido
De frente sobre mi dedo
De izquierda a derecha
Al tiempo que siento las páginas llorar en vano,
Darse vueltas buscando porvenires,
O lamiendo el fierro del pasamanos,
Comprando el perdón en tiendas fronterizas.

Caen de a uno los vidrios primogénitos
Como gotas de quien llueve
Sobre su sangre de leche derramada.
Vuelvo la espalda a los cuadros modernistas,
Tocando con mi dedo la nariz del posmoderno,
Ante la certeza de saberme
Todavía,
Y a pasos del nunca jamás.

Con espejos rotos sobre el hombro
Con el filo sobre las sienes
Y los lejos esperando inciertos,
Doy media vuelta, maldito aún,
Consciente del escape
Y del suicidio en masa de los relojes desesperanzados.

miércoles, septiembre 20, 2006

105

Erróneos y malaventurados
aquellos que confían sus placeres a la numerología y el Tarot.
Respeta mi alba fúnebre
al menos por estos minutos de reminiscencias sacrosantas,
déjame un par de flores en la espalda si quieres,
pero hasta allí no más la manito,
no tan abajo,
no por delante.
Es que cuando los años se traspapelan,
me siento un cincuentón pecaminoso,
porque es tan atroz cuando se diluyen en la misma tela
los rostros del orgasmo fulminante,
y los del llanto inmaduro,
y los de banderas con martillos,
y los de la niña que pasa al lado caminando
y no te reconoce
y no sabes si es ella o es la resaca que marea todavía.
Es que es tan desesperante, tú no te imaginas,
que se funda casi tu alma entera en un reloj vacío,
sin cuerdas ni varillas,
y lo tienes que ver como frente a un espejo
cada vez que vuelve, tan preciso,
y quieres romperlo
pero es como si te intentaras apuñalar el vientre,
quieres quitarle la vista
pero luego hay más y más relojes vacíos
con la síntesis de tu reflejo,
que hacia donde mires, te ves. Siento nostalgia, pero te prometo que será sólo por hoy,
que después no me quejaré de lo mismo
sino hasta llegado el momento.
En este instante que escribo
frente al Guernika posterizado de mi dormitorio,
sin cafés ni tequilas,
se inoculan las voces exteriores,
como nunca me pasa cuando escribo,
y se congelan
y se hacen estalactitas de metal,
esperando derretirse sobre mí
cuando termine y pase debajo de su figura.
Dicen que nunca hay que volver
a los lugares donde se ha sido muy feliz,
pero como no he sido muy feliz en ningún lugar,
puedo sentirme ciudadano
del metro cuadrado de la tristeza superlativa,
puedo mirar hacia adelante y verla a ella,
mirar hacia atrás y verlo a él,
y estoy seguro que si miro a los lados,
estaré yo y estará la otra ella, y el otro él, y probablemente el otro yo.
Es como el croquis en grafito portátil
que nunca pude terminar,
porque, claro, era fácil poner un puño en alto en el cuadro uno,
y una cabellera femenina en el dos,
y a lo mejor una pareja en el tres,
y un hombre mayor en el cuatro
pero a la hora de transformarlo todo en un sólo vistazo,
se partía la hoja en cuatro
y cada cuarto en cuatro más
y así hasta reducirse a átomos,
a quarks,
a electrones,
a qué sé yo. Si tuviera que separar todas esas vivencias concentradas,
las haría panfletos con un gran wanted arriba,
y abajo escribiría a mano
cada palabra que se acercase a darme el consuelo,
el alivio del minuto nigromante.
No enumeraría,
pero sí retendría lo que no voy a poder olvidar:
la verbena culpable eyaculándome en la primera despedida
antes de poder abrazar mis deseos de sangre
y el reencuentro pisoteado por la multitud en celo.
No me culpes por exhibirte así,
pero tuve que probar cómo era desprenderme de ti
y mostrar la genealogía de un adoquín enraizado
a nuestra columna bipartita,
para que por fin,
fuéramos uno sólo el que camina por la vereda.

jueves, agosto 10, 2006

Aguayo walker

Con la chaqueta cerrada, recién rehecha en la tintorería del Apumanque,
y los guantes de Zara en el bolsillo
y los botones de la camisa, uniformes en su yuxtaposición
vertical, milimétrica, cuadrática,
desde el primero al último,
camina él
con la mirada lazarilla enrielada a la palma del pasillo,
con sus ojos celestes importados desde Zagreb, Croacia
y estampados de cehachei en el registro civil cuando apenas si sabía hablar,
y la boca amordazada con el filme de celofán arrugado
que le regala la danza del rosado chillón
entre los dientes acuarelados con Aquafresh portátil,
y el cuello abrazado a la bufanda de aire frío que le da leves puntadas
y le mueven la papada deprimente en giros robóticos y duros,
camina,
con sus Lucky Strikes encajados en alguna gaveta del maletín marrón,
que tiene tantos compartimentos, uno especial y enrejado para la naftalina,
no vaya a ser que los complotistas
planeen atacar el cuerpo C del Mercurio de hoy con virus apolillados
o sobre la foto de Cristián Labbé, con arañas y malos tratos,
y otros para las carpetas de números y cifras vencidas desde 1813,
los cuadernos matemáticos, porque él es matemático,
los recortes de bellas mujeres, porque a él le gustan las mujeres,
y se le turba la mente con la lencería roja,
y dice que se le erecta completa la herramienta en dos segundos y medio
cuando toca el papel couché del recorte,
la impresión cuatricromática de Victoria’s Secret en la cuarta página de la edición alemana de Cosmopolitan,
pero no vayan a preguntarle cómo consiguió la revista
porque puede que el cobre se devalúe,
sin embargo camina, y si a su lado Von Bismarck pasara, no le vería,
porque está concentrado,
silencio,
que está pensando, él, que sin usar, cuando sale de su casa en el día,
la esvástica que compró en el Bío Bío esa tarde de sábado
en que se guardó el Mercedes en el calzoncillo,
y se puso la Lacoste azul marino que le planchó Matilda con dedicación,
maldice al payaso Chávez,
al indio Morales,
y cuándo volverá la hegemonía germana, mëin Got,
para que se anexe la tradición de esta Patria,
para que en Berlín y Frankfurt puedan disfrutar del Pulmay de su Chile,
piensa y mueve la cabeza
por el frío, como negación impertérrita de que va solo caminando,
de que quizás no le queda mucho tiempo más
y no debería pasársela en esos lugares,
debería ir cada noche al burdel de María Antonieta,
o mejor, debería llevarse a vivir a su casa a María Antonieta,
despedir a Matilda, o esconderla en el patio para que no pida indemnización,
como escondió a tantos en Temuco en los grandes patios de su verde Patria
(pero de eso ya no se acuerda, su amigo el capellán lo absolvió),
así no escatimaría en Red Labels de Johnnies caminantes,
qué diablos, con voluntad, los compraría al por mayor,
pero es la voluntad lo que le falta,
la sencilla voluntad de levantar la cabeza,
de dejarse de rodeos y de Pulmays y de germanismos,
y tatuarse en la espalda una cruz color amaranto,
le falta recorrer otros pasillos con su mirada gélida,
concentrarse en los carpediemes quinceañeros,
y asumirse,
sobre todo asumirse, hacer propio el espasmo de los nardos clavados en los glúteos alicaídos y mal afeitados
que derramó con su regla de metal sobre todos nosotros,
y derrapar su cuerpo sobre el pasillo,
patinar su desnudez patética frente al ataúd sin epitafios,
abandonar la obstinada, blindada cinta kilométrica que lo cubrió toda la vida desde que su padre,
oh su gran páter,
el día antes de irse,
lo golpeó en la cabeza hasta la inconsciencia,
le aceitó el recto con grasa de cerdo
y lo despertó con la furia del volumen de su tubo
superlativamente masculino
adentro del intestino del indefenso,
culeándolo hasta que sangró su mierda ajada por los poros de la cara.

No obstante,
con su increíble habilidad de mirar el piso,
él
sigue caminando.

sábado, julio 29, 2006

Viaje o El tramo entre la risa y el llanto

Sí.
No puedo escribir.
Tanto me carcome en la sangre el vaho tranquilo de tu respiración que mi mente se nubla demasiado.
La sonrisa llena momentáneamente el ambiente mientras el ahogado grito de desesperación se deja ver por entre las manos.
Uñas cada vez mas cortas y pulmones plomos.
¡A ti te invoco! ¡A ti, maldito hijo de la Primera Ramera!
Intranquilo vaivén pectoral deriva a dientes apretados.
¿Es esto agonía? ¡Una soga por favor, detén el tren!
Bebe cafecito, calmará el frío del corazón. ¡NO!
Tómame, aprieta con tus cálidas manos mi corazón destajado, y conviértelo en el río que cubrirá tus dedos, tus uñas y tu mugre.
¿Quién tirará del piso? ¡El vagón se mueve demasiado!
Turbulencias en el vuelo, deriva al llanto; una mujer me sonríe hoy. Al igual que tú, mañana no existirá más que en mi pecho y la incertidumbre reinará.
¡Calma tu fuego, por favor! ¡Detén la llama que incendia mis pupilas desgastadas en alcohol o mis dedos cafés sumergidos en humo! ¡Detén la chispa que me prolonga en medio y mas abajo! Vete antes que te encadene en mi vida a esta lágrima que cae.
Pienso que agonizo. Luego, agonizo de verdad.
¡Te bebí sin leer tu etiqueta! Y qué iba a saber yo que en tus besos se escondía la cicuta si tu envase era mas bello que el de la cerveza. No hay tiempo.
Pero si hay cerveza. Y si no, bueno, la soga está armada; esta agonía es mas lenta. Luego, la mejor decisión no es la soga, y si mis nudillos acariciaron tus entrañas en la ciudad de las sábanas, no hay nada mejor que utilizarlos humedecidos en ti para congelarte en el tiempo.
La luz ya no parpadea. Ahora sí puedo escribir.

miércoles, julio 19, 2006

Homónimo (asalamana)

He aquí el aullido que se pasea por cada aula del pasillo, tiñendo y destiñendo a su gusto y masturbando mentes en un puerta-a-puerta que no tarda más de 2 segundos en dar la vuelta al globo.
He aquí el libro de firmas para todo aquél que camina sin tiempo que perder, avanza apuradísimo mientras le llueven piedras sobre los informes de última hora y los reportajes en directo desde el epicentro en sí.
He aquí las cartas sin remitente y el destinatario que muere cada media hora, al fallar las conexiones a la gran-super-mente.
He aquí las partituras en pentagrama y llave de Re, tan complejas tan complejas que ni el Magno magnífico se atreve a desafiar.
Les presento a continuación el testimonio en vivo de los que han sobrevivido a la dictadura de lo cotidiano, o al menos así se presentan en público los seniles viejos vejestosos, educadores que sólo vomitan.
Les presento aquí la revolución misma, la de mentira y de partidarios que se quedan en cama durmiendo y dando vueltas entre recuerdos que nunca vivieron e imágenes pornográficas bajadas de Internet.
He aquí el epitafio sin mayúsculas para un período sin mayúsculas, he aquí el currículum vitae de una generación intranquila y disconforme, sin mayúsculas.

He aquí un verso sin fonda ni formo.

sábado, julio 15, 2006

Torpeza consciente / Alienación absolutista anti-monárquica

A tropiezos y por callejones sin entrada,
confuso y bipolárico entre nieblas españolísimas
del Nuevo Mundo,
con las llantas aburridas y el tiempo perdido rebotando en el pistón,
avanzo lenta y recelosamente
a bocinazos para que alguien se despierte.

A pesar del anónimo llamado
a escribir con pies y cabeza
en los buzones particulares y
correos postales,
no me doy el tiempo de cercenar palabras
para que de a dos dedos nos entendamos.
Y si con cifras pudiera, lo gritaría
tan fuerte
que los de Nueva York me balearían por irracional,
y es que el sueldo del absurdo no alcanza
para cotas de malla,
mucho menos palacios y cafecitos.

Como aún no pretendo violarme
a ninguna estrella de la farándula,
más me vale conseguir
agua y jabón;
aunque no sé si rasurarme la frente
y lavarme la siquis, centrifugarla
y dejarla desangrarse en el patio de sacrificios,
o bien entrar a tijeretazos
en el pubis amazónico,
e increpar al instinto de contravoltaje.
De una u otra forma estarán orgullosos,
orgullosos de tenerme entre sus filas por fin,
y no mandando recados a medio mundo
con frases que sudan identidad
y con olor a quintas dimensiones.

jueves, julio 13, 2006

Noche de un verano de sueño

Tortuoso aullido en noche de luna ensordecedora,
quiebra el silencio del chillido arcaico y cliché
en la puerta de la habitación.
Cierra los ojos y siente el palpitar
del llanto angustioso del can callejero.

Recostado en lágrimas derramadas en antaño,
y las manos bañadas en cabellos y sangre.
Voz corrompida por la congoja
y viento en la ventana,
auxiliando el calor de la ira en otoño.

Respiración agitada, aullido silencioso,
aleteo mental desgarrando el pecho.
Clamar por compasión no es válido.
Vestido de gala y una copa rota
en los muslos mojados por el vino carmesí.

Ácido en la boca, mañana repugnante,
nebulosa actitud en la naturaleza,
Hojas bajo el sol humeante.
Humedad en tus dedos por la
cicatriz de antaño abierta bajo el humo.

Rosa invisible, regalo místico,
palabras al oído, caricias en tus dedos.
Un beso placentero
y un adiós somnoliento, desganado.
En la cabeza palpitar salvaje.

Sentarse en el sofá, cerrar los ojos.
Dormir con el viento de un grito.
Silencio en la multitud.
Abrir los ojos, cabeza marchita,
palabras flotantes, soledad infinita.



¡¡Posteen, mierda!!. Aunque sea un punto, para saber si nos leen o estamos puro moviendo las bolas.

miércoles, julio 12, 2006

Desierto

Y tomando la mitad de las maletas que han quedado vivas tras el ataque de las anguilas, y anunciándole con voz altanera a la provincia más altiplánica del nornordeste que mi garganta se destapa cuando el viento amarra los cadáveres al reflejo de los rayos catódicos, desprendo aquí y ahora mis ojos con las manos de Yocasta, blandiendo la sangre cremosa de la culpa por haber sido siempre tan impuro.

Por eso parto, partiéndome con la ayuda de todos los telefonistas, de los coleccionistas de satélite, de las gaitas indolentes que supuran el barro de la comuna, hacia una región más subterránea que el ascensor de las piscinas móviles, hacia un terreno encerrado en calicanto, libre de mar y diamantes. Llevo conmigo lo esencial, una fotografía de mi familia cuando éramos felices, un par de 2HB con la agenda de hojas verdes, y mis pies descalzos, prestos a atravesar corriendo estos diez palmos de fuego, en el nombre del fin.

lunes, julio 10, 2006

Acefalía contemporánea

Somos pocos los que recién estamos naciendo,
desenmascaramos con violenta sutileza las dermis pudorosas del compadre sin nombre.
Y en el camino a casa, o frente al espejo húmedo, a solas bajo la frazada y con el miembro alerta, nos atrevemos a ser iguales, más iguales, casi mejores y des-encubiertos.
Entre nosotros nos arpegiamos y nos reímos del hormigueo acéfalo, mimetizado consigo mismo, y bis-et-versa nos etiquetan de contrarios.
Pero ¿quién es diplomado cuando se trata de arbitrar tal debate campal?
La frontera de lo simplón se las da de dualidad, y con puños entintados imponemos algo raro, de sorpresa en el plano causando desajustes en el precio del dólar.
Nos soltamos un poco la tuerca de la cabeza para que fluya libremente una risa ya olvidada. Olvidemos que nuestras huellas quedaron clavadas en la infame piedra dactilar, y aprovechemos los quince minutos de rabia para fumarnos al resto, dejar sus peinados fractalizados al borde de la cuneta, sangrar la clandestinidad a domicilio, y cruzar los puentes con luz roja.