viernes, octubre 20, 2006

el fin del mundo

Cae la piedra y la recibo en vidrio torcido
De frente sobre mi dedo
De izquierda a derecha
Al tiempo que siento las páginas llorar en vano,
Darse vueltas buscando porvenires,
O lamiendo el fierro del pasamanos,
Comprando el perdón en tiendas fronterizas.

Caen de a uno los vidrios primogénitos
Como gotas de quien llueve
Sobre su sangre de leche derramada.
Vuelvo la espalda a los cuadros modernistas,
Tocando con mi dedo la nariz del posmoderno,
Ante la certeza de saberme
Todavía,
Y a pasos del nunca jamás.

Con espejos rotos sobre el hombro
Con el filo sobre las sienes
Y los lejos esperando inciertos,
Doy media vuelta, maldito aún,
Consciente del escape
Y del suicidio en masa de los relojes desesperanzados.